Una perturbación en la fuerza

Como no tengo la intención de destriparle a nadie «El ascenso de Skywalker» advierto de que si todavía no la has visto lo mejor es que no continúes leyendo. Aunque he retrasado la publicación de esta entrada que escribí después de verla el mismo 19 de diciembre todavía son muchos los que no habrán ido a ver el episodio IX y querrán ir al cine sin estar condicionados por comentarios, críticas o que les arruinen la trama. Así que si continúas leyendo lo harás bajo tu responsabilidad porque aquí destriparé buena parte de la película sin ningún tipo de miramiento. Avisados estáis.


Fui al cine con la ilusión de quien disfrutó de niño -y no tan niño- con la Guerra de las Galaxias. Los primeros recuerdos que tengo sobre la trilogía original son algo confusos y entremezclan ideas de las tres películas que en mi cabeza solo eran una, hasta el punto de que de pequeño pensaba que el Retorno del Jedi tenía que ver con el yeti, que yo identificaba erróneamente con el Wampa que captura a Luke al principio de El Imperio Contraataca.  Veía las películas cuando las ponían en la televisión, sin orden ni sentido hasta que mi padre compró una videograbadora y pude capturar las películas en cintas VHS para viajar hasta aquella galaxia lejana sin depender de los programadores de las entonces escasas cadenas de televisión. Mucho ha cambiado el mundo desde entonces y disfrutamos de avances tecnológicos que por entonces eran pura ciencia ficción que aparecía en aquel tipo de películas. A las películas les siguieron cómics, figuras, juegos y libros que conformaron un Universo Expandido que me sabía a poco, como a todos los seguidores de la saga (que por entonces éramos pocos y considerados frikis a pesar de que ahora parece que muchos soñaban también con la saga de los Skywalker. Bienvenidos),  por lo que siempre se elucubraba con la posibilidad de que aquellos episodios intermedios (IV, V y VI) que había ideado George Lucas podrían, algún día, completarse con otras dos trilogías que completaran la saga. Los rumores se desataron cuando en 1997 se reestreno la trilogía original en cines, no solo remasterizada sino con nuevas escenas generadas por ordenador en las que quisimos intuir lo que podía ser un ensayo para nuevos largometrajes que exprimieran las posibilidades de los efectos especiales generados por ordenador. No era para menos, la imaginación ya no estaba limitada por maquetas sino que se podían crear todo tipo de mundos, naves espaciales, batallas o alienigenas que antes solo podían dibujarse. Y así fue, no tardaron en llegar los tres primeros episodios que narraban -con poca fortuna- una historia que a grandes rasgos ya conocíamos: la seducción de Anakin por el lado oscuro y la caída de la República Galáctica. Como no hay seis sin nueve, luego llegaron los tres últimos episodios que se sumergían en un terreno ya explorado por ese Universo Expandido de cómics, libros y juegos pero que debía, por una cuestión de simplificación y coherencia, reescribir y simplificar el futuro de los personajes y de una Galaxia entera. Una historia completamente nueva que estaba por escribir, un lienzo en blanco para el que se tenía una de las mejores tramas del cine, un presupuesto ilimitado -Disney mediante- y las mejores herramientas para generar efectos especiales dignos de otros mundos. ¿Qué podía salir mal?

Acudí al cine casi llamado por la Fuerza, episodio tras episodio, satisfecho estéticamente aunque dubitativo por el camino que estaba transitando debido a una historia narrada a saltos, con poco desarrollo de los personajes más interesantes y un propósito final difuso. No se sabía muy bien qué historia nos estaban contando aunque albergaba la esperanza de que en el episodio final todo cobraría sentido, completando los vacíos argumentales y dejando crecer a los personajes. Una ilusión que se fue apagando a medida de que avanzaba el metraje del episodio IX.

El comienzo de «El ascenso de Skywalker» es trepidante, la aparición del Emperador es, aunque en cierto modo esperada, impactante… pero poco coherente con las películas anteriores. Ya en estos primeros minutos empieza a crecer la sensación de que las películas anteriores han sido un ir y venir de historias que no se concretaban simplemente para reservar esta sorpresa… que bien podría haberse presentado en la película anterior, con lo que habría cobrado algo de sentido. De esta forma la película anterior es completamente prescindible. Apenas nos contaron nada nuevo por lo que uno se queda con la sensación de que «Los últimos Jedi» es una película que, de no haber visto, tampoco echaríamos en falta salvo por alguna escena estéticamente impresionante. Mal vamos si podemos eliminar una película de una trilogía sin que la historia final se resienta.

Lo peor es que a lo largo de la nueva película se da continuidad a esta superficialidad, se suceden historias en las que visitan multitud de planetas y aparecen nuevos personajes que contribuyen poco a dar cohesión al a historia. Como en la película anterior en la que la subtrama del Casino es infantil, aburrida y poco interesante, en la nueva se apelotonan sin que se haya mostrado, por poner un ejemplo, la forma en la que «la gente» se rebela para unirse, ya al final de la película, y apareciendo como por arte de magia por la cara bonita y acartonada de Lando, en ayuda de la Resistencia. Un tema lo suficientemente potente como para haber desarrollado un poco. Pensemos por ejemplo en la película sobre Dunkerque.

El final apoteósico que podíamos esperar se diluye en un océano de contradicciones. No es que sea previsible -ciertamente las dudas de Kylo Ren sobre el lado oscuro es lo único interesante de toda la trilogía que tiene un desarrollo-, es que nos deja fríos, sin arriesgar en lo más mínimo y confirma las sospechas de que se trata de una trilogía sin un rumbo claro en el que el guión parece fruto de ocurrencias en lugar de conducirnos hasta un final pensado de antemano. Se me ocurren muchos desenlaces alternativos desde el advenimiento de Rey como emperatriz que podría haber continuado la saga -más películas, series, etc- luchando contra Ben y una nueva orden jedi reconstruida hasta el sacrificio de los dos jóvenes que, al destruir a los Sith traen así el equilibrio a la fuerza que solo puede ser la continuidad Jedi-Sith o su mutua destrucción. Pero no, todo termina en una actualización galáctica de la escena de Titanic en la que la chica se salva y el chico no cabe en la tabla en un cruce mutuo de curaciones a través de la fuerza. Y para qué engañarnos, todos sabemos que Jack cabía en la tabla pero el guión decía que moría. Ni siquiera hay historia de amor como tal, que se cierra con un abrazo amistoso a tres entre Poe, Finn y Rey, dejando por los suelos las expectativas de otras pretendientes e historias de amor que no tienen final feliz.

Es complicado elegir el peor momento de la cinta pues hay muchos como la cutrez digna de un film de serie B que se queda sin presupuesto cubriendo el cuerpo inerte de Leia con una tela porque Carrie Fisher falleció antes de rodar todas sus escenas. O la aparición de la  espada láser de Leia sobre la que no habíamos tenido noticia hasta la última parte de la última película. Un añadido que parece un pegote sobre un cuadro ya terminado y resta coherencia a toda la película, si es que le quedaba alguna a estas alturas. ¡Hasta se llegan a ver caballos trotando por encima de un destructor imperial en pleno vuelo! Ni siquiera el título de este episodio se salva ya que al ascenso de Skywalker solo podía ser el de Ben Solo-Skywalker no de Rey Palpatine. Es cierto que en la escena final la heroína decide asumir como propio el apellido de los Skywalker para terminar de hundir un final -aderezado con la nostalgia de Tatooine- en el que se suponía que la grandeza se encontraba en elegir nuestro propio destino, aunque nos apellidemos Palpatine. Tiene, además, el inconveniente de contradecir lo que minutos antes había mantenido sobre la valentía de sus padres al protegerla del Emperador y sus secuaces. Al cambiarse el apellido en lugar de asumirlo lo que hace es renunciar a sus propios progenitores, no se trataba de «matar al padre» sino al abuelo así que sacrificar la memoria de sus padres que, teóricamente fueron ejemplares es un disparate más.

Esta trilogía, más allá de enriquecer visualmente el universo de Star Wars, es una perturbación en la fuerza de la que solo se puede encontrar consuelo en la trilogía original y su Universo Expandido. Siempre nos quedará Dagobah.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Sony dice:

    Después de haberla visto, estoy de acuerdo con lo que dices. Me ha dado la impresión de que han querido meter tanto que se han olvidado de desarrollarlo y de darnos algo con lo que ir atando cabos y llegar a ciertas conclusiones. Demonios, había partes en que realmente no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
    Al poco de salir del cine ya la había olvidado, lo cual no me ha pasado con ninguna película. Las partes de acción, bien, pero lo demás…

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